En la noche de Copa Libertadores, River Plate vivió un momento insólito en el Monumental que mezcló ilusión, festejo y frustración en cuestión de segundos. El árbitro venezolano Jesús Valenzuela fue protagonista de una jugada polémica que hizo creer a todo el estadio que el Millonario dispondría de un penal frente a Palmeiras, aunque finalmente la sanción no prosperó por un detalle técnico: un fuera de juego previo de Gonzalo Montiel.
La acción se dio durante el partido de ida por los cuartos de final del certamen continental, cuando River ya caía por 2-0 ante el conjunto brasileño. El histórico arquero Weverton salió a despejar un centro de Juan Fernando Quintero y, en el intento, terminó impactando con dureza a Montiel. El lateral derecho, que fue campeón del mundo con la Selección Argentina en Qatar, intentaba conectar la pelota de cabeza cuando recibió un violento rodillazo en la espalda. La imagen generó preocupación inmediata: Montiel quedó tendido en el césped y debió recibir asistencia médica.
Ante la magnitud del golpe, desde la cabina del VAR llamaron al árbitro principal para que analizara la jugada en el monitor. Tras observar la repetición, Valenzuela decidió sancionar infracción y mostró tarjeta amarilla al arquero paulista, lo que desató una explosión de euforia en las tribunas. Los hinchas de River entendieron que la decisión desembocaría en la ejecución de un penal que podía cambiar el rumbo de la serie.
Sin embargo, la alegría duró apenas unos segundos. En su explicación oficial, el juez aclaró que, antes de la falta, Montiel se encontraba en posición adelantada al momento de partir el centro de Quintero. Esa infracción reglamentaria invalidaba la posibilidad de cobrar la pena máxima. En consecuencia, la jugada se anuló y el partido continuó con un tiro libre indirecto a favor de Palmeiras.
La decisión dejó un sabor amargo en Núñez. Los hinchas habían celebrado como un gol la supuesta sanción, pero la ilusión se transformó rápidamente en bronca y desazón. Más allá de la amonestación a Weverton, la realidad es que River perdió una oportunidad clara de descontar y meterse de lleno en el partido.
Este episodio se suma a la larga lista de polémicas arbitrales que suelen marcar las instancias decisivas de la Libertadores. River ahora deberá remar contra la corriente en la revancha en Brasil, con la obligación de revertir un resultado adverso y, sobre todo, de dejar atrás la confusión de un penal que, aunque pareció existir, nunca llegó a ejecutarse.
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